Esa meta, junto a la de frenar el aumento medio de la temperatura mundial a un máximo de 1,5 grados este siglo respecto a los niveles preindustriales, fueron los dos grandes pilares del histórico Acuerdo de París de 2015, en cuyo cumplimiento, del que ahora estamos muy lejos (un calentamiento de 2,8 grados con los compromisos que hay sobre la mesa), se debería avanzar ahora.
Adaptación y resiliencia
A eso se suma la necesidad de redoblar el apoyo financiero a los países en desarrollo para adaptarse al nuevo escenario y hacerlos más resilientes. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió el jueves de que los países deben destinar más de 340.000 millones de dólares anuales a esta labor de aquí a 2030 para evitar lo que denominó "una carnicería climática", con inundaciones y sequías que provocan graves crisis alimentarias.
La cifra que se invierte ahora está a años luz. De hecho, los países ricos pactaron el año pasado duplicar su apoyo en adaptación a los países más vulnerables hasta 40.000 millones al año para 2025, 8,6 veces menos de lo que se necesita según la ONU.
¿Cuáles son las expectativas para la COP27? Si muchos consideran que la cumbre del año pasado se quedó muy corta en la ambición de los pactos alcanzados, la edición de este año, la vigésimo séptima desde que en 1995 se celebrara la primera en Berlín, tendrá lugar en un mundo en crisis, al borde de la recesión, golpeado primero por la pandemia y ahora por la tormenta energética e inflacionista que la guerra en Ucrania ha exacerbado. Todo ello aderezado por las tensiones geopolíticas más graves que sacuden el mundo desde el final de la Guerra Fría.
Pero si algo ha dejado claro el conflicto en Europa del Este es la enorme vulnerabilidad de la UE por su gran dependencia de los combustibles fósiles, esencialmente de Rusia, y la urgente necesidad no solo de rediseñar su modelo energético, sino de acelerar al máximo la transición hacia las energías limpias y renovables, pese a las tentaciones de algunos países europeos de prolongar el uso del carbón a raíz de la guerra en Ucrania.
En este contexto, la COP27 supone un desafío para países, empresas e inversores, pero también una oportunidad para impulsar un proceso que está poniendo en jaque a la economía mundial con fenómenos climatológicos cada vez más extremos. Por ello, además de medidas para paliar el cambio climático, de la COP27 se espera que los dirigentes mundiales aúnen esfuerzos en el ámbito de la adaptación y resiliencia; esto es, en el refuerzo de la financiación y las inversiones para respaldar a los países en desarrollo ante el impacto del cambio climático, contribuyendo así a fortalecer su capacidad de resistencia.
100.000 millones anuales
En este sentido, los expertos consideran primordial avanzar en el cumplimiento del objetivo de destinar 100.000 millones de dólares anuales para la financiación del clima.
Impacto empresarial
Una encuesta publicada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en julio pasado reflejaba que el 58% de las empresas de la UE admitía que sus negocios se están viendo impactados por los riesgos físicos del cambio climático y cuatro de cada diez aseguraba estar invirtiendo en medidas climáticas.
Eso obliga a un delicado equilibrio entre perseguir los objetivos climáticos y, al mismo tiempo, "tratar de limitar el impacto sobre el empleo, la seguridad energética y la inflación", advierte Carol Storeys, quien añade que en sus encuentros con las compañías un tema recurrente "es que las empresas necesitan la cooperación de muchas partes interesadas para alcanzar sus objetivos de cero emisiones". Por ello, lo que se espera de la COP27 es que se aborden "nuevas asociaciones entre sectores, cadenas de valor, inversores y gobiernos para apoyar a las empresas en la transición de forma justa y responsable", señala Storey.
Un diagnóstico en el que coincide y ahonda Marie Lassegnore de La Française AM, quien advierte de que si bien "en tiempos de contracción económica, las empresas reaccionan reduciendo los planes de gasto, congelando las nuevas contrataciones e incluso despidiendo a empleados", sus máximos responsables "tienen un mandato que va más allá del ciclo de recesión y deben aportar una visión de viabilidad sostenible a largo plazo".
Ayer mismo, la Alliance of CEO Climate Leaders, que aglutina a los primeros espadas de grandes compañías mundiales, entre ellas las españolas Santander, BBVA, Iberdrola o Inditex, además de grupos internacionales como Bayer, AstraZeneca, Coca-Cola, Dell, Ikea, H&M, Nestlé, Sony, Unilever o Microsoft, reclamó a los gobernantes que participarán en la COP27 que eleven los objetivos de reducción de emisiones, al tiempo que les tendió la mano para acelerar la transición energética.
Precisamente, los expertos ven en la COP27 una nueva oportunidad para meter presión a los líderes mundiales para que cumplan sus promesas climáticas, especialmente en lo que atañe a la llegada de recursos a los países pobres o en desarrollo.
En este sentido, la elección de Egipto como sede de esta cumbre no es casual. Son los países y regiones pobres las más vulnerables a los efectos del cambio climático, a pesar de que en muchos casos, como es el de África, no figuran entre los principales causantes del incremento de las emisiones contaminantes. De hecho, China, Estados Unidos, la UE, India y Rusia acumulan más del 52% de las emisiones globales de efecto invernadero.
Notables ausencias
Precisamente, el presidente chino, Xi Jinping, recientemente elegido para un hasta ahora inédito tercer mandato y con una cúpula de poder reforzada, será una de las grandes ausencias de la COP27. Y no será el único. Entre el centenar de jefes de Estado que han confirmado su presencia en la cumbre no figuran tampoco a priori los líderes de India, Australia, Canadá, Japón, Argentina, Turquía, Corea del Sur o Rusia, por razones obvias. Biden no asistirá a la cumbre de líderes que se celebra los días 7 y 8 de noviembre por las elecciones de mitad de mandato en EEUU el próximo martes, pero sí lo hará el viernes 11.
La ausencia del presidente chino se produce en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos a cuenta de Taiwán y no facilitará el necesario impulso político que necesita una cumbre de estas características para avanzar en los compromisos climáticos, máxime cuando China es el país más contaminador del mundo.
España, que entre 2012 y 2019 logró reducir su peso en las emisiones globales de casi el 0,8% a menos del 0,6%, acude a la COP27 con pabellón propio y la intención de reivindicar su papel internacional en el proceso de transición energética y en la lucha contra el cambio climático. Así, por ejemplo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo senegalés, lanzarán en la cumbre su propia iniciativa contra la sequía y contra la erosión del suelo en el Sahel, en África central o en América Central, según anticipó esta semana la vicepresidenta tercera y ministra de la Transición Ecológica , Teresa Ribera.
Cuatro grandes objetivos de la cumbre en cuatro áreas clave
1 Mitigación. El objetivo primordial de la cumbre es avanzar en la adopción de medidas urgentes para reducir las emisiones contaminantes y frenar así el calentamiento global, limitando el alza de temperaturas a 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales. En la actualidad, con los compromisos climáticos encima de la mesa, el escenario es de un incremento de 2,8 grados.
2 Adaptación. Impulsar las políticas de adaptación y resiliencia al cambio climático, reforzando el apoyo financiero a los países más vulnerables a sus efectos. La ONU cree necesarios cerca de 350.000 millones de euros anuales hasta 2030. Se estima que cerca de 3.300 millones de personas viven en la actualidad en contextos climáticos muy vulnerables.
3 Financiación. Buscar avances significativos en el cumplimiento del compromiso de financiar la lucha contra el cambio climático, con especial énfasis en alcanzar el objetivo de facilitar 100.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo.
4 Cooperación. En un contexto marcado por la crisis económica y las tensiones geopolíticas, uno de los grandes objetivos de la cumbre es recuperar la confianza y la cooperación multilateral, imprescindibles para combatir un fenómeno global. "Confiamos en que el mundo se unirá una vez más para reafirmar su compromiso con la agenda climática mundial a pesar de las dificultades e incertidumbres de nuestro tiempo", afirmó el presidente egipcio, Abdel Fattah El-Sisi, cuyo país ejerce de anfitrión de la conferencia.
a) Preservar la naturaleza. Frenar la deforestación mundial, transformar los modelos de producción alimentaria y proteger los ecosistemas marinos es una de las áreas clave en las que debe avanzar el mundo para sostener su economía y garantizar la seguridad alimentaria.
b) Alimentación. En este contexto, es crucial lograr sistemas alimentarios resistentes al cambio climático, lo que exige la colaboración de gobiernos, empresas y agricultores. El World Economic Forum recuerda que los sistemas mundiales de uso de los alimentos, la tierra y los océanos representan hoy más del 12% del PIB mundial y más del 40% de todos los empleos.
c) Agua. En un escenario de fenómenos meteorológicos extremos, de fuertes inundaciones y sequías, la seguridad del agua es una de las cuestiones prioritarias en la agenda de la COP27.
d) Descarbonización. La nueva cumbre del clima intentará dar un empujón a la descarbonización de la industria, promoviendo la colaboración entre gobiernos, empresas, inversores e innovadores para acelerar la transición productiva hacia tecnologías limpias.
Fuente: Expansión.com